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jueves, 16 de febrero de 2012

Comuniones y aparatos infernales

Líbreme dios, como decía mi abuela, de venir a éstas queridas páginas en el mes de Febrero a dar el coñazo por adelantado con el tema de las malditas bodas y bautizos. De ello ya di cumplida cuenta el año pasado en su artículo correspondiente (para leerlo pinche aquí).
Sin embargo, al encanto de las comuniones no puedo, ni quiero sustraerme. Hace unos días, un grupo de amigos decidimos colgar en facebook nuestras fotos de comunión para hacer la gracia. Tengamos en cuenta, que ese tipo de fotos no generan problemas de vergüenza propia o ajena, hay que considerar que casi todas son de los 80 para abajo, así que la pinta ridícula rollo cuéntame como pasó se da por supuesta y nadie va a hacer aspavientos por un quítame allá ese casquete.

Otra cosa sería colgar una del año pasado en bikini, por ejemplo. Para conseguirlo tendrían que torturarme los chinos, no otros, metiéndome palillos en las uñas y aun así creo que resistiría como en las pelis de cárceles asiáticas, aunque terminara volviéndome loca por el dolor y saliendo con una metralleta por la Avenida de Francia...Incluso así, yo creo que no la publicaría, es mas, incluso diría que no existe tal documento gráfico, porque ¿a santo de que voy a dejar constancia de semejante trance? Las fotos deben ser bonitas, para enseñarlas y dar envidia y no para que te abochornen en cualquier sobremesa de comida de amigos, en los que salen las vacaciones y viajes a relucir y entonces tu pareja, que para estos temas no suele tener luces, comenta:
-         ¿Queréis ver las fotos?
“Mierda que bocazas” piensas tú mientras se te atraganta un bombón, e intentas presurosa enmendar la metedura de pata:
-         Déjalo no vamos a ponernos ahora a ver fotos
-         Si, si, a verlas –comenta tu “amiga” que ya huele la sangre.
Entonces te quedan dos opciones, rezar para que mientras las buscas en el ordenador no se acerquen y te dé tiempo a mandar a la papelera el cuerpo del delito (nunca mejor dicho), o te jodes y las muestras todas resignada e intentando pasar rápido por las tuyas mientras piensas (esta noche no f...).

Así que volviendo al tema de las comuniones, he de confesar que repasando las fotos en las que tengo que decir bien alto que las mujeres hemos ganado por goleada (ni un solo hombre vestido de almirante oiga), he comprobado que todas las niñas parecemos novias en pequeño, se ve que desde que nacemos nos van ya preparando para el evento, pues conmigo se lucieron. Yo ya a mi edad sólo me caso haciendo el mamarracho total o nada. Mi ilusión sería casarme en Las Vegas con un pastel rosa y vestidos de cualquier cosa, pero creo que me voy a quedar con las ganas ya que ni económicamente ni por apoyo parejil, va a poder ser.
De todas formas, tengo que decir que las comuniones son más crueles que las bodas ¿A quien se le ocurre invitar a los ateos a una comunión? En las bodas, si es por la iglesia, nos quedamos en el bar calentando motores y después nos emborrachamos en el salón o donde sea el evento y acabamos haciendo cosas vergonzosas de las que luego, en el mejor de los casos, no nos acordamos. En las comuniones, como somos “los adultos”, no podemos portarnos muy mal, de otra forma corremos el riesgo de que la horda de repelentes e inoportunos niños con memoria de elefante que han sido invitados en calidad de amiguitos del “tierno infante”, se pasen años recordándote que te pusiste la corbata en la cabeza o que te tropezaste con los tacones y te esmorraste. Conclusión: nada de comuniones ni bautizos, y bodas las justas.
Otro tema que me tiene confusa en estos días oscuros es el de las maquinitas de cocinar. Me tiene confusa por lo contradictorio y extraño de la situación. Por un lado intentan hacernos la vida más fácil y por el otro no dejan de complicárnosla. Porque digo yo: si tengo debajo de mi casa la “boutique del pan”, que necesidad tengo yo de comprarme una panificadora y pasarme el día mirando en Internet a ver donde puedo encontrar harina de fuerza y otros menesteres. Vosotros me diréis: porque está más bueno, porque es mas sano, porque lo haces tu misma. Y tenéis razón. El tema es que no debo fomentar ciertos comportamientos que al final, me van a llevar sin duda alguna al pozo sin fondo de la foto del bikini que os explicaba mas arriba.
Pero no acaba en el pan la cosa, empieza. Freidoras, máquinas de palomitas, thermomix y hasta unas máquinas prodigiosas que metes la comida cruda dentro y le das a un botoncito y te marchas al Corte Ingles, y cuando vuelves tienes una fabada asturiana que ni la abuela de Litoral la supera.
Para hacer uso de todas esas maravillas, tienes que tener una cocina como la de la Preysler, y una chacha que te lave después todas las piezas desmontables de los aparatitos mientras tu te vas al gimnasio, a ver si pierdes 3 ó 4 gramos de todos los kilos que te estás poniendo basándose en ingenios de la técnica.

En el extremo contrario está lo que proponen en un blog cuyo enlace nos hace llegar una amiga y en el que proponen aprovechar el uso del lavavajillas para cocinar (leer aquí), yo ya me he puesto a buscarle usos en los pocos días que me quedan de disfrute del útil aparato y lo voy a probar para las siguientes tareas:
-         Meter dentro una bolsa de lavar prendas delicadas con el siguiente contenido: calcetines sucios, paños de cocina con manchas rebeldes, ropa interior y así los dejan limpitos y luego con un programa rápido en la lavadora apañado.
-         Meter un tupper con los garbanzos del cocido y hacer una precocción, de este modo van a la olla blanditos y se tarda menos en cocinar.
-         Hacer un cuscus
-         Usar el agua del lavado de calcetines y demás prendas arriba indicadas, como caldo para hacer sopa la próxima vez que venga tu amiga la indeseable de las fotos y de este modo saciar tú sed de venganza.
Dicho lo cual, tengo recién recibida y precintada la freidora que fríe con una cucharada de aceite, que después de la batidora/picadora/amasadora que tengo guardada en un armario cogiendo polvo, va a ser el segundo de los aparatos infernales que “adornen” mi cocina, si no, al tiempo.

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