Por una serie de circunstancias ajenas a mi voluntad,
llevo un periodo inusualmente largo sin aparecer por este, mi blog.
La verdad que no por falta de
temas que destripar, porque entre los disgustos que me está dando el señor
Rajoy día si, día también a través de esa joven aunque poco fotogénica portavoz
( ¿o tendría que decir portavoza? que ya no lo tengo claro) que se ha buscado,
que yo creo, dicho sea de paso, que ha sido una elección muy inteligente,
porque la verdad es que con las noticias que da, se hace antipática la pobre y
así, mientras le vas cogiendo manía a ella el otro se va de rositas sin
desgastarse.
Eso y las tontunas que les ha dado por decir a los arzobispos,
obispos, curas rasos y toda la curia en general, que se ve que se han envalentonado
con eso de que España ya es de los suyos, y por aquello de que salir en los
medios aunque sea diciendo sandeces engorda el ego, (el cuerpo ya se lo
engordan en la intimidad, que no hay uno delgao oiga...) y el ego es una cosa
muy adictiva, los tenemos también día si, día no diciendo tonterías a todo
aquel que les presta una plataforma audiovisual, y si no la tienen, pues sacan
un comunicado sin que haga ninguna falta, o lo cascan en la homilía de turno,
que para eso les han dado voz (y voto...).
Por si todo eso fuese poco, ha
entrado en juego la casa real y sus meteduras de pata. Primero el nieto se
dispara en un pie y cuando el debate está en todo su apogeo y nos hemos echado
las manos a la cabeza por ver a un niño disparando, va el abuelo y se rompe la cadera
cazando elefantes. No, no le hiere un animal en plena lucha de colosos, no
tiene un accidente de todoterreno, no le atrapan unos caníbales y se preparan
una hamburguesa de Borbón y Borbón, no. Sale a las 5 de la mañana a la
caravana, tropieza y se rompe la cadera, muy en la línea de los accidentes que
suelen sufrir en su familia. Yo en este tema me solidarizo un poco con la reina
que ya ha dejado al pobre por imposible y se larga a Londres, a Grecia o a
donde sea, pero pone tierra de por medio en cuanto puede, me da la sensación de
que el marido le resulta un poco patético y un mucho torpe y ridículo.
En este tipo de incidentes,
Internet también ha resultado de lo mas liberador, lejos quedan ya aquellos
artículos de prensa y comentarios televisivos en los que se achacaban las,
digamos “borbonadas” del rey y toda su trouppe a su supuesta sencillez y
campechanía; no oiga, a eso en mi pueblo se le llama torpeza, ser un tonto el
haba, el lerdo de la clase, ser un poco simplón, en definitiva, que le falta un
hervor, y eso hoy, en parte gracias a los chistes que se hacen o circulan por
la red, se dice sin tapujos.
De todas formas, en este nuestro
querido país, todavía está muy en boga el inclinar la balanza de la
benevolencia y la comprensión del lado del poderoso, da igual que seas un
guarro y no te duches si eres director de cine, que salgas a la calle sin
peinar ni afeitar y con la ropa que parece sacada de los contenedores, te van a
disculpar porque eres fulano de tal, una eminencia en lo que sea y da lo mismo
que te tires un pedo en una reunión de amigos o te rasques la cabeza como si
tuvieras piojos en la mesa de la comida a la que te han invitado si todos saben
que eres un escritor muy reputado. Se te perdona, a ti si.
A cuanta gente en
apariencia pusilánime nos han presentado que nos ha dejado indiferentes hasta
que el “presentador” en cuestión no añade cuando nos hemos marchado:
-
Pues aquí donde le ves con esta pinta es premio nacional de
xxxxx y una eminencia en xxxx...
A partir de ahí, reírle las gracias
y cambiar el calificativo de tío raro y plomo que cuenta chistes sin gracia a “
tiene su encanto, es que es un bohemio”, hay un paso, y se le aguanta lo que
sea, después de todo queda tan bien en nuestras fiestas...
Y es que reconozcámoslo amigos,
por mucho que pensemos que hemos evolucionado, en este pueblo grande al que
llamamos país, ser amigo del medico, del cura o del alcalde, para algunos,
todavía es un plus y queda muy bien etiquetarles en los videos que colgamos en la red para fardar. Sabemos el rey
que tenemos igual que sabemos que nuestro amigo famosillo es un coñazo
insoportable, y aun así le seguimos invitando a las cenas para exhibirlo como a
los toros que tiene colgados en la finca Jesulin de Ubrique y que tanta grima
nos dan.
¿De que nos quejamos?