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miércoles, 18 de julio de 2012

¡Aquí no se cierra nada!

Sí, aunque estemos en verano, aquí no cerramos por vacaciones. Este año no nos toca. Y eso que soy de las que aprovecho cualquier excusa para hacer la maleta y salir zumbando. Opino que, en el caso de las vacaciones: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, lo que va delante va delante y que me quiten lo bailao, son los tres primeros mandamientos de las tablas del Moisés del veraneo o de las plegarias a nuestra señora del trikini de rayas, pero de momento los hados no me son propicios. Ya veremos lo que pasa al final.
Siguiendo con el tema, veo en las noticias, embutido en un huequecito entre robos, estafas y juicios, que este año los españoles debido a la crisis, vamos a salir menos y a tirar más de vacaciones en el pueblo o en casas de familiares y amigos, que no está el horno para bollos ni las economías para irse a cazar a Bostwana. Así que, al parecer, después de años de irnos a Canarias o a destinos exóticos volvemos al setentero hábito del apartamento playero (algunos ni eso).

Sobre las vacaciones en apartamentos y hoteles patrios hay mucho que decir, lo más estresante es el tema de la maleta ya que es grande porque tiene incluir ropa y en ocasiones, enseres del hogar:
Hay gente que hace listas con todo lo que van a necesitar en el destino y lo lleva superorganizado. Estos se van una semana antes de compras y adquieren el guardarropa vacacional, compuesto por, en primer lugar, el equipaje de la mujer. En este caso se ocupa casi ¾ partes de la maleta, ya que las situaciones a vivir en una semana son muy diversas, veamos:
Un par de bañadores o bikinis, lo que gaste o lo que el cuerpo le permita.
Un pareo para el chiringuito o en los años 80 una camiseta con los bajos hechos  flecos, curiosamente la llevaban la madre y las hijas si las había.
Un par de vestidos de tirantes estampados así rollo casual o si la señora es muy mayor se puede cambiar por dos batas floreadas, se utilizaran para ir a hacer la compra o tomarse una horchata por la mañana los días que no vayas a la playa.
Unas bermudas mayormente blancas y un par de camisetas para combinar, bien prietas. Y por último, dos o tres vestidos de hilo en colores neutros y de corte recto que sientan mejor, para los paseos de por la tarde, un collar de cuentas de cristal, unas sandalias de cuña con la suela de madera y un bolso de paja. La pamela o gorra es opcional y las chanclas de goma también.

En el caso del hombre de la familia al que se le ha reservado un cuarto de la maleta y le sobra sitio, la cosas es más simple:
Dos bañadores a media pierna o estilo slip, lo que use, aquí cómo tenga el cuerpo el caballero suele carecer de importancia, prima más si le gusta que corra el aire o que la cosa esté controlada. Estas prendas son polivalentes, ya que con ellas se baño uno, se va al chiringuito e incluso si ya no le queda ni un ápice de vergüenza en el cuerpo, hace la compra por las mañanas con unos calcetines blancos y unas deportivas por todo aderezo.
Dos camisetas de propaganda o de las de 2x1, con o sin mangas, da igual, también dan igual los colores.
Unas bermudas de pinzas para el paseo marítimo en azul marino o blanco y una camisa que curiosamente suele ser azul con el cuello blanco o con un timón de marinerito. El tema del calzado masculino no lo voy a tocar. La gorra, las chanclas y la riñonera, en el caso masculino, también suele ser opcional.
Pues bien, estas personas por lo menos son organizadas, yo soy mucho peor: después de preparar ropa, ir, mirar en Internet el tiempo que va a hacer, siempre acabo llevando ropa de menos, calzado inapropiado o un vestuario impropio del clima del lugar, cualquiera diría que lo hago adrede para volver de Londres con unos zapatos con tachas del Topshop, o de Ibiza con un vestido blanco, o de que me resulte imprescindible visitar y comprar en todos los mercadillos que se pongan a tiro porque:

A)  los zapatos que llevo me hacen daño, B) está lloviendo y solo llevo sandalias C) no me he dado cuenta al hacer la maleta que no me pegan las camisetas que llevo con los pantalones, y así un largo etcétera de contratiempos.
En fin, que ahora que escribo este post tan veraniego y viajero, aprovecho para desearos unas felices vacaciones si no las habéis disfrutado ya, y que traigáis la maleta repleta. Y no sólo de cosas materiales.


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