VISITAS

jueves, 1 de septiembre de 2011

Se vende

La primera vez que me sucedió casi me lo tomé a broma. Estaba yo tranquilamente en casa cuando llamaron al timbre. En mi caso mirar por la mirilla habitualmente sirve de poco porque sea quien sea, seguro que no le conozco, resulta mas eficaz mirar primero para “ver que pinta tiene” y después preguntar quien es.
En esta ocasión se trataba de un joven trajeado acompañado de otro joven trajeado que llamaba a la puerta de enfrente, al preguntarles quienes eran, acudieron ambos como moscas a la miel. Eran de Iberdrola y les abrí, por primera, única y última vez, les abrí.
Recuerdo que me soltaron una serie de frases rápidas e inconexas en las que eficazmente, incluían cada poco las palabras descuento, ahorro y pagará menos, pero yo seguía sin enterarme, así que como pude les corté y conseguí meter baza para preguntarles:
-         Pero a ver ¿ustedes que es lo que venden exactamente?
Aquí ya la máquina de escupir palabras se relajó y me dijo que le trajera una factura y la cuenta bancaria para que me pudieran aplicar los descuentos que me había comentado.
Así sin mas, evidentemente me negué, les tuve que explicar yo los verdaderos motivos de su visita que no era mas que intentar que me cambiara de compañía y decirles que dejaran de engañar a la gente y hablaran claro, dicho lo cual les cerré la puerta para siempre.
Pues si os habéis creído que esto les desanimó, estáis equivocados. Los jóvenes aunque sobradamente coñazos de pelo engominado y aire chuleta, siguen viniendo al menos una vez por semana, llaman al timbre insistentemente, vocean como los vendedores de melones de antaño:
-         ¡¡Señoraaaaa Iberdrolaaaaa!!
E incluso en ocasiones, dan golpecitos a la puerta a la vez que tocan el timbre. En una de estas ocasiones, decidí volver a abrirles solo para indicarles que ya habían pasado por aquí y les había dicho que no me interesaba, pues lejos de abochornarse, uno de ellos me miró con descaro y me dijo:
  - Ya pero como nunca nos abre la puerta...
El mundo de las ventas se ha vuelto agresivo hasta el punto de ser casi delictivo, no entienden un no por respuesta, no conocen el libre albedrío. Sólo porque están ahí ganándose el pan, cosa que me parece muy bien, se creen con derecho a invadir tu espacio, tus conversaciones e incluso si te niegas a escucharles, a ponerse groseros. El otro día en un centro comercial cercano a mi casa, han instalado una especie de mostradores de cristal en el que, este tipo de señoritas agresivas esculpen uñas de porcelana, venden tarjetas de crédito, seguros de automóvil, tratamientos de belleza o lo que sea. El caso es que iba yo tranquilamente hablando por el móvil y me abordo una de estas jóvenes aunque sobradamente maleducadas:
-         ¡¡Hola, ¿quiere esculpirse las uñas?!!
-         No, gracias – contesté yo señalando el móvil e intentando seguir mi camino.
Pues no. Como había cometido el error de pararme y atenderla, le importó poco que estuviese hablando por teléfono o que le hubiese dicho que no, me acorralaron entre ella y la de la tarjeta Citibank y no dejaban de explicarme cosas, al final estuve a punto de ponerme a gritar como una loca:
- ¡¡¡¡Que no me interesa Joder!!!! – mientras les daba collejas con el móvil. Agresivo, lo se, pero esta gente tiene la virtud de sacar lo peor de mi.
Seguro que alguno de los que estéis leyendo esto, pensareis que soy un poco tiquismiquis y un mucho cascarrabias. Sinceramente, espero que uno de estos días en los que la noche anterior habéis salido de juerga hasta altas horas, por la mañana habéis tenido un sinfín de asuntos por resolver, y justo después de comer, mientras os tomáis una manzanilla para ver si se os asienta el estómago mientras os vais quedando amodorradas, os empiece a sonar el móvil insistentemente, que sea un número desconocido y que cuando contestéis, después del cuarto: ¿Dígame??? Que emitáis cabreados, os salude una dulce voz caribeña diciendo:
-         Señora fulanita, le estamos llamando de XXX, con que compañía tiene su teléfono móvil? Queremos hacerle una oferta...bla, bla y bla.
Si le echáis morro, podréis cortar la cantinela a tiempo y si no, os esperan 20 minutos de discurso en los que las palabras megas, oferta, céntimos por minuto etc, os taladraran la cabeza sin piedad. En el mejor de los casos os habrán fastidiado la siesta y nada más, pero en el peor, sin saber como, habréis terminado dándoles vuestra cuenta bancaria y portando vuestra línea de teléfono a otra compañía mucho peor, y de los descuentos prometidos, si te he visto no me acuerdo.
Ante semejante acoso solo se me ocurre daros un consejo, cerrad las puertas, no contestéis llamadas de números desconocidos y sobre todo, cuando os aborden en la calle, murmurad algo ininteligible mirando al suelo y apretad el paso, de otro modo os esculpen las uñas en un plis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contribuyentes