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lunes, 13 de septiembre de 2021

Yo tengo un grupo de whatsap (PRIMERA PARTE)

 El otro día estaba recordando en plan abuelo cebolleta, las fases de comunicación por las que hemos atravesado antes de llegar a nuestros días.

Yo he vivido mi infancia en un momento en que la comunicación con tus amigos no pasaba de que el primero que salía a la calle a jugar, te llamaba al portero automático:

                                  ¿Quién es? ¿bajas? Si.

     Así de sencillo. Así de escueto. Después viene el siguiente nivel, en el que ya en plena adolescencia hacías uso del teléfono fijo que, normalmente, estaba en el salón familiar, incrustado entre el sofá donde se sientan tus padres a ver la tele y el otro donde se ponen tus hermanos.

Arriesgarte a que sonara en tu casa el teléfono fijo un domingo a las 16 horas, recién empezada la película de la primera cadena con tu padre empezando a dormirse en el sofá, tu madre fregando los platos en la cocina y tus hermanos presentes, solo se hacía si realmente valía la pena la cita, ya que tocaba aguantar el:

                                                              Te llama Alberto.

Abrir tu padre un ojo y dejarlo abierto toda la conversación, quedarse todos los demás escuchando y que venga tu madre de la cocina preguntando quien ha llamado, bastaba para desatar una tormenta de ideas sobre si es tu novio, la hora de llegada, si vais solos o va tu amiga de sujeta velas o que es “uno que es mu feo”. Era pura adrenalina.



Luego ya vinieron los móviles, los SMS, y por fin el whatsap. Si alguien nos hubiera dicho de niños que hablaríamos gratis con un montón de gente de cualquier parte lo habrían flipado.

¿y los grupos?  A saber, eres un loser si no tienes, como mínimo, 4 grupos básicos de whatsap que hoy resumimos y pasaremos a analizar a fondo en los siguientes post:

 Grupo de whatsap familiar:

Lo componen los miembros de tu familia próxima, hermanos, padres que sepan usarlo, hijos si son mayores y quieren estar y cuñad@s majos. Normalmente compartes chistes, fotos de celebraciones, planificas eventos familiares y también alguna bronca. De hecho, en alguna de ellas siempre hay alguien que abandona el grupo en un momento dado como si diera un portazo y cuando se le pasa, vuelve a entrar.

Grupo de whatsap de compañeros de trabajo:

Son los que te caen bien, punto. Ahí se critican a los jefes y a los que te caen mal, se cuentan chismes sobre otros compañeros, jefes y demás.

Grupo de whatsap de amig@s golf@s:

Normalmente es la gente con la que sales a cocerte alguna que otra noche, mandas chistes guarros, fotos de ti@s buen@s y planificas alguna que otra escapada. Este grupo normalmente da muchas satisfacciones.


Grupo de whatsap del colegio:

El peor y mas peligroso. Ahí cada uno es de su padre y de su madre y depende de con quien te toque, dan mas o menos el coñazo. Cuando alguien escribe en ese grupo normalmente es para perturbar tu paz interior con trabajos que no has hecho (si, si, seamos sinceros, la mayoría de los trabajos los hacemos nosotros, que me expliquen si no el milagro de un niño de 5 años haciendo una maqueta de un cuento de goma eva y papel cebolla que parece hecho por Ricardo Bofill. Un niño de esa edad quiere pisotearlo, no construirlo) o  material que no has comprado. Una conversación "aprietaculos" seria mas o menos así:

Pepita, alias la portavoz de la profesora: “hola ¿habéis comprado ya el material?" 

Tu: "Si, nosotros ya teníamos muchas de las cosas, xxx tiene mucho material para pintar y demás y lo vamos a aprovechar". O lo que es lo mismo, has cogido todos los restos de pinturas y lapiceros del chino que tenias por casa y se lo has metido en el estuche.

Juanita, alias la segunda al mando: "los lápices eran staedler del 2 o del 3 que no me acuerdo".

Tu pensando en voz alta: "¿Qué mierdas dice?¿ hay diseñadores para lápices también?"

Pepita: "uno de cada y la goma Milán 430."

Aquí tu ya has entrado en pánico, esa es una lista paralela que tu desconoces, sientes un nudo que empieza a crecer.

Tu: "yo esa lista no la tengo, no la han dado."

A continuación, se suceden diez mensajes que incluyen fotos de la lista, unos del niño sujetándola, otros de una mano que también muestra la lista e incluso hay un audio del “repelente niño Vicente” que te explica que “Amparo nos dio la lista ayer en valores, xxx la metió en la mochila delante de mí”.


P... niño... piensas mientras vas a la mochila y allí esta, entre migas de almuerzo y un dibujo de un monigote que pretende ser tú, hecha una bola, la puñetera lista…

Esa noche te vas a la cama derrotada, pero mañana ajustaras cuentas con xxx, al fin y al cabo tiene que ser responsable de sus cosas. Ahora un capitulito de tu serie de Netflix y ya lo pensare mañana, como Escarlata O´hara.

Continuara…  

domingo, 29 de agosto de 2021

Que nueve años no es nada...

Amigos,
me llena de orgullo y satisfacción...
Me parece que en los tiempos que corren, comenzar con esta frase no seria un buen augurio, así que lo dejaremos en que 9 años, una hija, varias mudanzas y algunos trabajos después, retomo El palomar, antaño fuente de muchas y muy diversas satisfacciones.
Que mejor manera de hacerlo que con un post veraniego y criticón. Lo fácil habría sido lanzarme a analizar la pandemia que padecemos, el tema de las mascarillas y sus distintas versiones para llevarla:
colgando de una oreja a modo de pendiente, sujetándonos la papada, con la nariz asomada a la ventana, o sea, justo por debajo de esta...

O también, las ridículas situaciones que provoca el tema de la distancia de seguridad, por ejemplo en el supermercado, la manía que tienen los cajeros de empezar a pasar los productos del siguiente cliente mientras tu haces malabares para darle la tarjeta de socio, pagarle y guardar la compra. Mientras, el pobre cliente de detrás que no quiere acercarse, observa impotente desde la distancia cómo sus productos se van acumulando al otro lado, lo que supondrá que cuando ya termine el tendrá que correr para darle la tarjeta, pagar y  guardar su compra antes de verse invadido por lo del siguiente...
Como veis, podría extenderme en este tema, pero quiero analizar hoy, en nuestro reencuentro, unos lugares que siempre me han llamado poderosamente la atención en todos mis viajes por carretera y que seguro que tod@s habéis visitado alguna vez:
las áreas de descanso. Esos lugares misteriosos y atemporales en los que todo y nada sucede. 

Tras desviarte de la carretera general, llegas a un lugar en medio de la nada, donde se ha eliminado todo vestigio de vida salvo la gasolinera mas o menos cochambrosa y la parte del bar/aseos/tienda de sobaos, quesos, miguelitos.
Uno siempre piensa que al bajar del coche, igual se abre la puerta y se llena el parking de zombies o entra en el lugar y todos los clientes y empleados resultan ser vampiros, el ambiente es propicio.
Tu ya, normalmente, vas en un estado vulnerable, con las piernas dormidas, los labios resecos y haciéndote pis. Te bajas del coche en esa explanada desértica y caminas como las muñecas de famosa hacia las puertas del lugar.


Una vez dentro, como se esta fresquito y ya se te han encajado las articulaciones de las caderas en su sitio, te animas un poco y te diriges a los baños, como primer paso de tu recuperación total. 
Suelen ser amplios, con bastantes wc, pero claro, no podía ser tan sencillo:
El primero esta embozado de papel, el segundo vamos a dejarlo en embozado a secas sin entrar en detalles, el otro esta encharcado, y el que queda está ocupado. Cuando por fin se abre la puerta, sale una señora de 70 años con cara de circunstancias, tu ya solo te repites:
- Por favor, que no haya cagao...
Una vez cubierta la necesidad numero uno, toca la necesidad numero dos: el avituallamiento.
Un buen refresco y algo de comer traducido en da igual la hora que sea pero tengo que meterme un bocadillo de lomo entre pecho y espalda si o si.
Los camareros de este tipo de negocio a mi me producen tristeza. No se por qué.
Antes solían ser solo hombres, entiendo que por la lejanía y los horarios de dichos establecimientos y había dos tipos claramente diferenciados:
Los "adisgusto" tipos callados, ojerosos y con mal color, te atendían con desgana y pocas palabras y se notaba claramente que preferían estar en cualquier otra parte. A estos les pedias la coca cola y el bocata y les pagabas rápido, poco contacto.
Después estaban los "voceadores" que eran justo todo lo contrario. Llegabas tu a pedir con una cola enorme detrás y después de hacerlo bajito y con todo el disimulo, el tipo lo cantaba:
- Dos Coca-Cola Zero y dos bocatas de panceta con pimientos!!!! diez con cincuenta!!!!
Hala, ya sentías todas las miradas en tu espalda como diciendo: la Zero será pa rebajar....
Afortunadamente ahora ya, las mujeres nos hemos incorporado a estos y otros empleos y todo ha mejorado sensiblemente.


Una vez resucitados, no solemos tener bastante con esto y tenemos que pasar por la tienda. Aquí los miguelitos o los sobaos son imperdonables y también caen unas patatas fritas "pal camino".
Conclusión, sales del lugar a encajonarte en el coche balanceando la bolsa con un aire digno y la vista al frente, no vaya a ser que tu mirada se cruce con la de alguno de la cola anterior que esté pensando al verte:
- Si hija, si. Que no me entere yo que ese culito pasa hambre...
Después, carretera, dejando esos lugares curiosos, tan muertos y tan vivos al mismo tiempo, olvidados para siempre.
En fin amigos, que son muchas las anécdotas y curiosidades que espero volver a contaros periódicamente, en esta, nuestra atalaya.
¡Que alegría volver al palomar!

miércoles, 10 de octubre de 2012

Si Cary Grant levantara la cabeza

Ya tenía yo ganas de dedicar una entrada en este observatorio, templo de la actualidad a pie de calle, a la moda masculina que se está perpetrando últimamente y que, la verdad, me tiene desconcertada como mínimo.
Yo siempre he sido partidaria de la metrosexualidad bien entendida, esto es, siempre me ha parecido tremendamente injusta la esclavitud estética a la que nos han sometido y a la que nos hemos sometido voluntariamente las mujeres: que si tienes que estar depilada, que si el pelo teñido, cortado y moldeado al ultimo grito, que si la ropa actualizada con las ultimas tendencias, un sin vivir.
 
Más injusta todavía me parecía la osadía de muchos hombres, que sin ser ellos iconos de la belleza y el glamour masculinos precisamente, se han permitido el lujo toda la vida de criticar y exigir abiertamente a la mujer que se mantuviera perfecta dentro de los cánones belleciles. Qué churri que se precie no ha pasado alguna vez la mano por la espinilla de su mujer y le ha comentado en tono cariñoso, eso sí:
    A ver si te depilas cariño, que ya pinchas
O qué novio o amigo de confianza no ha pellizcado “cariñosamente” la cintura de alguna mujer de su entorno y le ha dicho en tono de broma:
    Uy ¿qué es esto que tenemos aquí? Las cervecitas, je je.
Mientras, el susodicho luce con orgullo barriga cervecera o unas lorzas que ríete tú de la panceta ahumada de la charcutería de la esquina, eso sin contar que cuando levanta el brazo tiene bajo el sobaco la selva negra o el amazonas, según.
Vamos señores, vamos, no tengan vergüenza en admitirlo, si no me parece mal que una persona tenga que cuidarse sea hombre o mujer. Que un señor se eche sus cremas, se cuide en el gimnasio o siga la moda no me parece mal en absoluto ¡ya era hora! Lo que me tiene preocupada de un tiempo a esta parte es el cariz que está tomando el tema de la moda masculina.
 
Lo que primero despertó mi alarma fue la visión de un tipo caminando delante de mí con los pantalones a mitad del culo. En el rato que le tuve en mi campo visual se me agolparon las preguntas:
¿Para qué se pone un cinturón, de adorno? Una inutilidad si llevas los pantalones caídos a medio culo ¿Llevará una plasta de verdad en la bolsa de pantalón que se le forma? El olor no llegaba hasta mí, tengo que decirlo, pero nunca se sabe, que ahí cabían muchas cosas: la cartera, la bolsa de plástico del supermercao, el móvil, el bote de gomina, que sé yo...
 
¿Si sigue andando se le acabarán cayendo hasta los tobillos y tendré que ver esos calzoncillos de abuelo en su totalidad? Porque esa es otra, chiquillo, si vas a enseñar los gayumbos más de la mitad, ponte unos en condiciones, modernos, bonitos, no te pongas los abanderado blancos de tu abuelo y encima tres tallas más grandes que se te quedan hechos un reguño en la cintura... Por lo menos estaban limpios, blancos, eso sí.
 
Después de dos tropiezos similares con jóvenes luciendo semejante look, me llegó el shock total: los tíos con escote.
Pero no hablamos del escote de un jersey de punto de cuello en pico, no. Estos también me horripilan, pero son tolerables. Los escotes de los que yo hablo, llegan prácticamente hasta el ombligo. Bien sea en pico o en forma de media luna, los escotes masculinos se ensanchan sobre unos pectorales tan trabajados que a veces los que los llevan tienen más tetas que yo. Semejante atentado al buen gusto suele ir acompañado de un moreno de rayos UVA, cuando no auténticos chorretones de autobronceador y cantidades industriales de gomina y aceite corporal.
Y digo yo, ¿es preciso ponerse como un mamarracho para ir a la moda? Con la camiseta pegada y escotada, los pantalones cagaos, el pelo pringoso de gomina, un collar de colmillos de elefante y unos pendientes como ruedas de camión, está visto que a los hombres modernos de hoy nadie les enseñó eso de que menos es más.
 
Y creo que la culpa de todo esto lo tiene la televisión, para variar. Yo que soy bastante ecléctica en mis gustos televisivos, he visionado algunos programas de los que sospecho que pueden salir ciertas modas, para comprobar si se trataba de un hecho aislado o estamos ante algo que, al igual que Ángela Merkel, ha llegado a España para quedarse e invadirnos ¡horror! Me pongo a ver uno de los programas del que, según me cuentan mis fuentes, sale esa moda que padecemos y que se llama “Mujeres y hombres y viceversa”.
 
Después de quedarme de piedra con los exponentes de la belleza masculina y femenina y oírles hablar, eso fue casi lo peor, sale un tío llorando con mucho sentimiento diciendo que él es más que un cuerpo y que nadie le entiende, entonces aparece para consolarle el tal Rafa Mora, ídolo de escotados y cagados de pro y salido del mismo programa y que le anima describiéndole el universo de tías abiertas de piernas y miles de euros al que va a tener acceso sólo con levantarse la camiseta y enseñar “la tableta” en una discoteca. Con el mozo ya más repuesto del disgusto, el tal Mora se dirige a la cámara y se pone a filosofar:
"La gente piensa lo que dice, yo digo lo que pienso, es uno de mis secretos" y ya embalao  y entre risas: "¡Cuánto daño he hecho a esta juventud!”
 
Y a los hombres, Rafa y a las mujeres... ¡Si Cary Grant levantara la cabeza!
 

viernes, 14 de septiembre de 2012

El palomar: el retonno

Bueno, amigos, de vuelta de mis muy merecidas minivacaciones (si fuera una celebrity tendría que haber puesto que he disfrutado de unos días de descanso, que queda más fashion), retomo mi actividad habitual aquí, en mi palomar.
Tengo que deciros que, desde antes de irme y nuevamente y cada vez con mayor insistencia, oigo hablar del inminente rescate por parte de una cosa que llaman la Troika y que básicamente vienen a ser los alemanes. A mí esto no me asusta, es más, según se está poniendo el panorama lo mismo hasta nos viene bien que nos invadan los teutones y alguien ponga orden en este sindiós.
 
 
Y es que está demostrado que no puede una desconectar. Te marchas 6 días y te ponen el país hecho unos zorros (peor que lo dejaste, que ya es decir) y la televisión española ya ni te cuento. Vamos, que yo pensaba que al paso que iba “cuéntame como pasó”, nos iban a alcanzar en el tiempo y no ha hecho falta, ya hemos retrocedido nosotros 20 años.
Entre otras novedades me he enterado que han fichado a Bertín Osborne ¡ese gran pofesioná! Para que presente un programa de línea cultural y pedagógica en la 2. Sí, no es broma, no. Además de los toros que podemos ver a oscuras con sólo el parpadeo del televisor, parapetados en la mesa camilla y al calor del brasero (cualquiera enciende ya la calefacción o la luz), ahora podemos culturizarnos con el amigo Bertín, del que seguro que aprendemos un montón de cosas nuevas, que tiemble Eduart Punset que le ha salido competencia.
 
 
Nuevos personajes, rostros conocidos de “otros tiempos”, presentadores casposos de hace 25 años y un programa también en la 2 sobre la familia real y sus bondades y sacrificada vida institucional, hacen que hayamos retrocedido a tiempos de los Alcántara, ahora ellos no podrán avanzar porque parecerá que viven en otro planeta, menudo reto para los guionistas. Por cierto que, reflexionando sobre los nuevos contenidos, parece que, o se quieren terminar de cargar esa cadena refugio de intelectuales, o simplemente es una operación de alto secreto para desenmascarar a los que decían que sólo veían la 2. Cómo sigan tuneando así la programación, van a tener que contratar todos la tele por cable o confesar de una vez que, en realidad, están todos enganchados al Sálvame de Luxe.
 
 
Por todas estas razones y otras que padecemos cada día, chico, que nos invadan los bárbaros ya a ver si ponen orden en esta máquina del tiempo regresiva en la que nos hemos metido. Yo, por si acaso, en estas vacaciones me he empapado del espíritu alemán, para que cuando terminen de aposentarse aquí, que ahora ya lo están en las costas en Julio y Agosto fundamentalmente, no me pillen siendo una ignorante y ya tenga parte de la inmersión cultural hecha.
Básicamente me he percatado de comportamientos y patrones que he visto que casi todos repetían, pensando que al ser comunes a todos ellos, son costumbres habituales allí, a saber:
— Vestir sin nada de gusto las mujeres, para ir a la playa usar camisolas semitransparentes de gasa de hace 15 años en tonos pasteles. No hay limite de kilos ni edad, esto han de llevarlo todas las mujeres a la playa encima del bikini o bañador. Si no se va a la playa, colocarse unos short blancos y una camiseta de tirantes, en la cabeza una visera o gorra a juego. Por las tardes-noches para pasear, mezclar oros a discreción con faldas floreadas y vestidos con corte de señora de sesenta años, esto también es sin limite de edad o peso.
 
 
— Levantarse a desayunar a las 7 de la mañana, ponerse ciego a embutidos y fiambres y cuando acabes irte al bar a ponerte ciego de cerveza, mientras, tu mujer se ahorra la parte de la cerveza y se va a la playa con la camisola de gasa. Comer a las 12 como si no hubiera mañana, cambiarte el modelo mañanero por los oros y el vestido de abuela y marcharte a beber cervezas hasta las 7 de la tarde, hora en la que te sientas a cenar cosas alemanas y beber cerveza, mientras escuchas a un carcamal cantar con un karaoke. Eso sí, lo bueno de la tierra ni probarlo, ya que cuando nos invadan, lo prohibirán y nos harán a todos jalar salchichas hasta vomitar en alemán, esa es la verdadera inmersión lingüística.
 
En cuanto al comportamiento, tienes que actuar con seguridad en ti mismo, después de todo estás conquistando Europa y lo lógico es que uno se mueva por sus dominios como el Cid Campeador.
Yo creo que con estos pequeños consejos, mas las ordenes y directrices que nos marque la Troika esa, dentro de poco seremos mejores personas, ciudadanos de calidad y podremos volver a avanzar con la barbilla al frente en vez de mirar asustados la página de noticias televisivas temiendo que en cualquier momento nos anuncien el fichaje de Manolo Escobar para conducir las mañanas de la 1 o la vuelta de Carmen Sevilla para presentar una tertulia en la 2 con todas sus ovejitas de asesoras...
 
 
Wenn das zu Stande kommt ich wanderte nach Island!

miércoles, 15 de agosto de 2012

EnREDdados

Vaya por delante antes de que se me fría a comentarios punzantes, que este artículo lleva una buena dosis de autocrítica incluida, ya que yo, como usuaria ferviente de las redes sociales y adicta a Internet en general, caigo, he caído o caeré en muchos de los comportamientos aquí descritos.
Diré que ante todo, soy más usuaria de Facebook que de Twitter, que son las únicas redes sociales que utilizo regularmente. Me apunté al Google plus pero a fecha de hoy, sigo sin verle la gracia y lo mismo me ha pasado con Linkedin, una red supuestamente profesional pero que a mí, no me ha aportado nada en ningún sentido y por supuesto no me ha dado trabajo.
El caso es que uso más el Facebook por varias razones:
La primera es que visualmente me resulta más atractiva, las imágenes aparecen al momento sin tener que pinchar para abrirlas, los perfiles son más fácilmente cotilleables para ver las fotos y preferencias de los demás y la gente, por regla general, hacemos comentarios menos idiotas, no sé si esto es debido a que se puede uno explayar más.
Aún siendo usuaria bastante activa de Facebook, reconozco que hay patrones que ya me están empezando a cargar un poco de esta red, como por ejemplo esa moda que hay ahora de colocar la foto de Gandhi o de la Madre Teresa y a continuación una frase que pretende ser profunda, a veces del tipo de “Colchón Flex, entran dos y salen tres”, que si la pobre Madre Teresa levantara la cabeza y viera que se la han atribuido le daba un yuyu.
Compartir contenidos y enlaces de interés está muy bien, pero creo que no es de recibo, por ejemplo, que se tomen la molestia de leer una actualización de estado como “ Tengo un grano en la nariz del tamaño de Cuenca y he quedado para cenar con un tío macizo” y las personas que lo leen a las que, literalmente les estás gritando pidiendo ayuda, se limiten a pinchar en “me gusta”.
¿Qué es lo que te gusta hij@, el grano en la nariz, que el tío vaya a salir corriendo, que no me haya contestado ni el tato? ¡Destructores! Lo que se requiere en estos casos en una frase del tipo paños calientes ea, ea, sana sana culito de rana: “Seguro que no se nota nada y lo vas a pasar muy bien” o en su defecto un remedio casero de la abuela que te lo quite. O directamente cállate: si ahora tuviera a mano una foto de Gandhi pondría al lado: “si no tienes nada bueno que decir sobre los granos ajenos, mejor no digas nada” y la subiría al Facebook, seguro que me la comparte más de un@.
Con las redes sociales también he descubierto que además de por lo grande que sea tu coche o lo pequeño que sea tu móvil, hay gente que ahora tiene medido el tamaño del pene directamente proporcional a la cantidad y “calidad” de amigos que tienen en las redes sociales, y por si alguien pasa tres pueblos de ponerse a cotillear en su lista de amigos, ya se encargan ellos de mencionarlos cada dos por tres para que quede constancia de que les está siguiendo un deportista o actor que a lo mejor ni siquiera es él sino algún “contratao” que seguramente hace lo mismo con los que le siguen a su vez, pura inercia.
Otro tema es el de Twitter, como admite tan poco texto, la mayoría de usuarios se limita a poner cosas del estilo de: “ Cansado, me voy a la cama”, “ Comiendo un chuletón” o “Tengo hambre pero no me gustan los garbanzos” ¿Qué decir a eso cuando ni siquiera tienes un botón de “me gusta” que te saque del apuro? Pues yo en mi caso, me digo para mí misma “Qué gilipollas y a mí que me cuentas” y paso palabra.
Pero lo que me deja ya de piedra caliza, es el egocentrismo descomunal de algunos usuarios que a juzgar por los tuits y las actualizaciones de estado que se gastan, se ve que tienen como sueño húmedo protagonizar un reality de esos de Paris Hilton o Alaska y Mario, en los que todos los demás humildes usuarios seguimos con adoración sus problemas para ir al baño, sus dietas sus idas y sus venidas. Algunos incluso me dan un poco de miedo, con todos los asesinos en serie, ladrones y violadores que hay por el mundo y tienen instaladas ingeniosas aplicaciones geográficas que nos muestran cada día y al detalle por donde van  a correr (incluso los kilómetros que se hacen y las calorías que consumen. No, no es coña), la ruta que hacen para ir a trabajar, donde está su casa, donde están de vacaciones e incluso el restaurante donde están cenando en ese momento con la dirección y coordenadas GPS incluidas... ¿Por qué? ¿Tendrán en su corazoncito la secreta esperanza de que en cualquiera de esas actividades, cualquier día tome nota algún cazatalentos, tío bueno o mujer maciza, o millonario a punto de palmarla y se presenten delante de él o ella para ofrecerles el estrellato, para arrancarse la ropa y pedirles que les haga suy@ o para donarles toda su fortuna por guap@ e ingenios@? No, yo más bien creo que, simplemente, instalados en nuestro poquito de orgullo, soberbia y egocentrismo del que todos estamos dotados, no podemos resistirnos en ocasiones, a exhibir ante los demás lo que pensamos que tenemos de bueno en nuestra vida, normalmente cargada de rutina.
Luego y ya para terminar, está el deleznable caso de los cotillas profesionales, vouyers  descarados que se registran, te piden amistad y nunca más vuelves a saber de ellos, ni ponen fotos ni escriben nada. Esta raza de garrapatas cibernéticas, suele estar compuesta por: antiguos compañeros de colegio con los que en su día ni siquiera te hablabas, amigos de amigos de amigos que han visto alguna publicación tuya y les pica la curiosidad por cotillearte las fotos y las páginas a las que estás suscrito y luego se quedan ahí, en una especie de limbo, haciendo bulto y quizás incluso algún Aníbal Lecter en potencia que te está realizando el seguimiento antes de atacar, mi consejo: desactiva el localizador GPS y déjate de mapas, no vaya a ser que algún día salgas publicado, pero en vez de en Facebook en El Caso.

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