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lunes, 16 de mayo de 2011

Las cartas del destino

El ser humano está hecho para sobrevivir con las cartas que se le han repartido y muchas veces, nuestra forma de pensar con respecto a algo en concreto, no es más que una manera de defendernos como gato tripa arriba, de una mala mano de póquer del destino. Muchas cosas se sobrellevan mejor si nos auto convencemos de que, justamente esa forma de vida, o eso que nos ha sucedido,  es justo lo que queremos y en cualquier caso, como es lo que hay, intentamos tener la mejor vida posible con lo que nos ha tocado.
No me digáis que no queda esto mas bonito que la chorrada esa de la caja de bombones que sale en Forrest Gump.

Bueno, toda ésta parrafada filosófica viene a colación de varios acontecimientos que me han sucedido estos días y que como siempre me ocurre con las cosas más dispares, me ha hecho reflexionar.
Primero he reflexionado sobre la necesidad de ser como uno es, no hace falta que sepamos hacerlo todo y por supuesto, no hace falta que sepamos hacerlo todo bien.
Por ejemplo yo no se comprar en los mercados, me timan no puedo evitarlo. A mi que me suelten con un carro en el Carrefour y que no me dirijan la palabra en dos horas hasta que llegue a la caja y que cuando me hablen sea para decirme cuanto les debo, y punto. De este modo, yo voy tranquila y relajada por los stands poniendo en el carro lo que me de la gana sin que me estén diciendo todo el rato lo que tengo que comprar o si esta o no esta fresco el bacalao, me importa un pito la verdad, yo miro al bacalao, el bacalao me mira a mi y si hay flechazo nos vamos a casa y si no, pues me voy con la merluza y punto, sin dramas.
Volviendo al principio, yo creo que se me nota la incomodidad que me produce que me atiendan en los puestos de los mercados, ya que pongo de manifiesto mi absoluta incultura con los alimentos. No se como se limpian los gallos ni si quiero que me los pelen por los dos lados o por uno, no quiero llevarme la cabeza de ningún pez y menos si tiene un ojo vidrioso clavado en mi, me da igual que sea para hacer caldo, a mi el caldo de pescado me lo hace un señor que se llama starlux, y por mas frescos que estén, no, no me gustan los caracoles. Como todo esto deja bastante a las claras que soy una pardilla que entra en los posibles clientes tangables, dicho y hecho, si me la pueden colar me la cuelan.
El sábado sin ir mas lejos, vamos mi chico y yo al mercado con toda la ilusión a comprar un poco de pescado fresco, pretendiendo comportarnos como esas parejas a las que no nos parecemos en nada, que aprietan un melón y te dicen si está maduro, yo ni idea, lo compro y o acierto o lo tiro. Nada mes llegar, un gentío de los que aturden, aquí pasa algo, pensamos los dos, y nos vamos para dentro. Mi chico es mas pardillo todavía que yo en estas situaciones, y a el en cuanto un dependiente le dice ven, lo deja todo, a pesar que le tengo dicho que a mi, mi madre siempre me ha dicho que en los mercados primero hay que dar una vuelta y no pararse en el primer sitio que veas, pues eso hicimos, entramos por la puerta y en el primer puesto que nos dicen mira que frescas tengo las gambas, allá que nos vamos los dos, a que nos venda el pescado un negro cubano. Que no es que tenga yo nada en contra de los negros cubanos, pero tiene narices irte a comprar al mercado del grao pescado fresco con las paradas de pescadores que hay y acabar comprándoselo a un cubano, que los únicos clientes que tenia éramos nosotros, los pardillos.
Bueno, pues en esa tesitura estábamos, dejándonos engañar una vez mas, cuando yo, en un alarde de sapiencia le dije al cubano, oye me voy a llevar una sepia pero solo me la llevo si me la limpias bien que yo no se...el otro ¿qué me dijo?: claro mami, yo te la limpio...y yo tan contenta. Pues cuando se pone a limpiarla, aparece por el pasillo la Rita Barberá y sus palmeros, mira tu por donde tenía que ser ese día, y el mi pescadero, bueno, mejor dicho mi ex pescadero, ya que no creo que nos volvamos a ver las caras, que además de un fulero es un pelota, suelta mi sepia a medio limpiar, y en un papel de envolver el pescado escribe: VIVA RITA!, claro, la Rita y todo el séquito para allá que se vinieron a hacerse la fotito con el pelota y después de terminar y de marcharse sin saludar a los dos únicos clientes que había en la pescadería, así nos verían las caras, el otro disculpándose:
- No, si a mi en realidad me da igual quien gane, si yo no soy español y no puedo votar...
El caso que aprovechando la coyuntura, me metió en la bolsa la sepia a medio limpiar y cuando llegué a casa, nos encontramos con que al final, lo teníamos que hacer nosotros que no sabíamos.
Por eso digo que lo mejor, es que me dejen a mi rollo, que yo ya se lo que nos gusta, lo que se cocinar, lo que está a un precio razonable porque lo he comprado varias veces y sobre todo, siento que no me toman el pelo.

Otra cosa que me descompone bastante es ir al médico, claro vosotros diréis que eso le pasa a todo el mundo, pues no, hay gente que le encanta, que se pasa el día pidiendo hora para todo, que si para las medicinas, que si ahora una analítica, que si al neumólogo, que si al de digestivo, vamos que el ambulatorio es como su casa, a mi me pone enferma ir al médico, fíjate tu que paradoja.
Pues ahora con el embarazo me voy a poner las botas, así que volviendo un poco al tema de las cartas del principio, en esta mano me han repartido una jugada de paciencia, cambios físicos y psicológicos y sobre todo, muchas visitas al médico.
Pues como buen jugador del póquer de la vida, diremos que me encanta, que he estado esperando toda la vida para pasarme el día metida en el ambulatorio, que prefiero tomarme un trinaranjus a una cañita fresquita con un cigarrito (¡si, que pasa, me gustaba mucho, muchoooo!) y que los diez kilos ( por favor, por favor...) que voy a engordar, mas todo lo demás que prefiero, como autodefensa claro está, ignorar, es por una última y excelente jugada, lo sabremos dentro de siete meses, cuando ponga las cartas boca arriba y muestre mi escalera real.

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