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lunes, 26 de marzo de 2012

Preguntas que no deben hacerse

Sobreviviendo a la resaca de las fallas y fastos varios y mientras espero con gran entusiasmo las dos bodas que me ha deparado ésta nuestra querida primavera (para mas información de lo que opino sobre tales eventos pinchad aquí, es decir, poned el ratón encima de la palabra aquí y veréis que esta se mueve, pues eso es porque si pincháis sobre ella os llevará por arte de magia y de blogger, a un post antiguo dedicado al tema en cuestión. Si, os aseguro que era necesario explicarlo), y como ya no quiero contaros mas cosas acerca de mi amada vivienda, como por ejemplo que ayer en plena comida con amigos va mi Javi a bajar la persiana y se quedó con la cinta en la mano y la persiana se desplomó de golpe, o que me he ido esta mañana a empadronar y resulta que sin saberlo, comparto casa con cuatro peruanos, me entretengo en Twitter mientras me viene la inspiración para el nuevo trabajo que tengo que presentar en el curso.

Leo un Hashtag (esto lo explicaré otro día, pero vaya por delante que tiene que ver con esas palabras con una almohadilla delante que vemos en algunos comentarios de twitter o facebook) muy divertido sobre preguntas que no deben hacerse y no puedo estar mas identificada con la mayoría, por ejemplo:
En las llamadas telefónicas sobre todo de familiares a tempranas horas de la mañana, el típico: ¿estabas durmiendo? O lo que es peor, sin preguntar: “no te habré despertado”...¡Pero si le da igual! ¿A que viene esa sandez de pregunta? Una persona no llama a las 8 de la mañana de un domingo albergando terribles dudas sobre si otro está durmiendo o no, si no es porque le importa un carajo si estabas durmiendo o no, que te den...
Claro que también están lo que yo llamo los interlocutores seguros de si mismos que te llaman y cuando preguntas, contestan con un “soy yo” y punto. Claro, tu no duermes y además no te llama nadie mas que “yo”, y encima si preguntas ¿quién? se mosquean y te contestan:
-         Hija pues yo, fulanita...
A mi esas situaciones siempre me recuerdan a un chiste de Eugenio: “ Quien es, soy yo. Abre la puerta y era él”...

O cuando te devuelven una llamada con la preguntita: ¿me has llamado? Es que tenia una llamada perdida tuya...y tu piensas: No, te ha llamado el tato que me ha quitado el móvil...¿tu sabes quien era Perogrullo?.
Luego hay otra pregunta que no debe hacerse nunca, que es ¿puedo preguntarte algo sin que te ofendas? No coño, no puedes. Porque si ya me estas advirtiendo es porque seguro que tu pregunta es impertinente, fuera de lugar, absurda o indiscreta, y seguro que no deberías hacérmela y el avisarme previamente no te va a librar de mi respuesta.
Otra pregunta que también trae cola, nos la solemos hacer nosotros mismos en un alarde de valentía y atrevimiento a partes iguales y tiene varias versiones, a saber: ¿Por qué yo no? ¿Qué tiene él que no tenga yo? O la versión soberbia afirmativa: Pues yo no me veo tan mal ¿a que no?.
Seguramente los destinatarios de estas preguntas nos van a mentir, porque son nuestros amigos/famila/pareja y nos quieren, porque son nuestros empleados y nos tienen miedo, porque son las dependientas de la tienda de ropa donde nos vamos a dejar la pasta o simplemente por piedad. Por pura y dura caridad cristiana y bondad. Seamos realistas, cuando hacemos semejantes preguntas, nos merecemos las siguientes respuestas:
¿Por qué yo no? – porque el/ella vale/sabe/gusta mas que tu y además es más simpátic@.
¿Qué tiene el/ella que no tenga yo? – una tableta de chocolate que te cagas, 10 kilos menos, unas piernas/tetas mas grandes/largas que las tuyas, un montón de pasta.
Pues yo no me veo tan mal ¿a que no? – Pues ponte gafas, porque no solo te queda como el culo esto, sino que de las 22 prendas que te has probado, lo único que se salva es esa especie de burka que te has puesto el primero y que es como una especie de funda sin forma (por eso te queda bien).
Pero a veces ser sincero no nos aporta nada y decirle a la otra persona la verdad o lo que consideramos que es la verdad, no es mas que un comentario rudo perfectamente maquillable, y seguramente nos acabarán respondiendo algo parecido a esto:
¿Por qué yo no? – pues no lo se, a esa gente no hay quien la entienda.
¿Qué tiene el que no tenga yo? – chic@ vete a saber, estas cosas son siempre cuestión de gustos y para gustos los colores.
Pues yo no me veo tan mal ¿a que no? – Pues no, pero aquí son unos careros y encima lo de esta tienda lo lleva hasta el tato, si quieres nos vamos a “xxx” que el otro día pasé y están liquidando.
La cuestión es, que a la mayoría de nosotros nos pierde la boca y que solemos hacer preguntas absurdas para justificarnos. Pero también es verdad que si el ser humano no se equivocara y diese lugar a situaciones cómicas o surrealistas, en muchas ocasiones ¿de que se hablaría en twitter? ¿y yo?.

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