VISITAS

lunes, 11 de abril de 2011

Españoles de hollywood

Estos días, vuelve a casa por semana santa, como ya viene siendo habitual, el actor Antonio Banderas, como ya viene siendo habitual también, con su mujer y su hija.

He estado siguiendo con cierto interés su estancia en España porque, tengo que admitir, que desde que Penélope Cruz y el inefable Javier Bardem se hicieron hollywoodienses, me he reconciliado con el malagueño.

De su trabajo, reconozco que hace años que no tengo noticias, ya que le tenía en el mismo sitio que ahora tengo a Pe y Javier, o sea, en la lista negra, y que además, siempre me ha parecido muy mal actor, y por tanto no me he preocupado de saber en que aventuras cinematográficas andaba metido. De lo que me ha resultado imposible sustraerme durante estos años, ha sido de la polvareda mediática que ha levantado siempre con sus visitas a nuestro país.

Vaya por delante que para mi, cuando se marchó a USA y se lió con Melanie Griffith, se convirtieron ambos en un par de frikis que se retroalimentaban. Ella se tatuó un corazón en el brazo de gran tamaño y evidente mal gusto, se puso dos salchichas de Frankfurt por labios y empezó a hacerse una especie de kirikis en lo alto de la cabeza, repitiendo a cuanto micrófono se le ponía por delante, su tan celebrada frase: “ Anchonio, te quierro una jartá”, cerrándose así definitivamente las puertas del cine, que cuando conoció al español, ya tenía entornadas. Mientras tanto él, con su carrera americana en plena ebullición, se dedicaba a pasearse por los platós estadounidenses meneando la cabeza con ademanes exagerados y gesticulando mucho con las manos, quizás para compensar su deplorable inglés con acento cubano.


Afortunadamente para ellos, hace unos años que han sido sustituidos en el corazón de la prensa rosa por los nuevos conquistadores americanos, Penélope y Javier, que se han encargado de ser tan antipáticos y prepotentes, que han vuelto a dar sentido a ese refrán que dice: “ de fuera vendrán que bueno te harán” y se han situado como número uno, en mi escalafón de infumables.


He repasado entrevistas y artículos antiguos de Melanie y Antonio, y he descubierto con respecto a ella, una mujer cercana que siente un gran amor por su pareja, que con gran generosidad, hace un esfuerzo terrible por aprender y entender el mundo que rodea a su marido y las cosas que a él le gustan, que adora a su familia y que se ríe de si misma, de su mal español, aunque sea digno de admiración que siga intentándolo y que ha dejado atrás el divismo que se presupone a una gran actriz.

El por su parte, mucho mas centrado, maduro y si envejeciendo como el buen vino, dejados ya de lado los errores del novato, es un tío simpático y comprometido, sobre todo con su tierra, a la que no deja de acudir y en cuya vida social y cultural participa activamente, promoviendo actividades ligadas al cine y donando importantes cantidades para el fomento de la cultura y la educación en su ciudad, es profeta en su tierra.

Sobre todo, se comportan con naturalidad, su hija se pasea por la ciudad sin esconderse y todo el mundo sabe, para bien o para mal, que se llama Stella del Carmen.


Por el contrario, leo que Penélope Cruz y Javier Bardem, han montado en cólera con la revista hola porque ha publicado unas fotos en las que se les ve con su bebe paseando por un jardín. Tal ha sido el grado de mosqueo, que han obligado a que se emita un comunicado de la revista pidiendo disculpas por publicar fotos del niño sin su consentimiento, al parecer, al codiciado bebé se le ve la cara. La revista se ha apresurado a sacar el comunicado en cuestión, comentando que quizás no ha sido todo lo prudentes que deberían. Y yo digo, tendrá la misma cara que tienen montones de bebés que han nacido en el mundo y un nombre elegido con mayor o menor fortuna, en cualquier caso, está claro que han quedado muy atrás los tiempos en los que su papá se paseaba con el pañuelo palestino en las manis de Madrid, con aspecto de no haberse duchado en tres días, ahora se dedica a ser simpático en Hollywood y un borde aquí, eso sí, se ve que sigue sin ducharse.

Mientras, su señora esposa, que está en pleno tratamiento para quitarse las lorzas que le ha dejado el embarazo del retoño fantasma, ya vimos algún avance en los Oscar, y aunque ahí, no se le apreciaban tanto los michelines, quedó claro que era porque iba embutida en un vestido – faja que se los sujetaba a base de bien, aunque le salían todos por el escote. Ella, como buena celebrity, está que se sube por las paredes de ganas que tiene de pasearse por cuanta alfombra roja pueda pisar su garboso pie, pero eso sí, etérea como una ninfa y claro está, en América, no vaya ser que aquí nos quedemos ciegos de tanto como brilla su estrella, por lo que sé, se está sometiendo a una dieta muy estricta a base de proteínas y líquidos que la va a dejar hecha un figurín. Espero que el tema de ponerse dos morcillas de Burgos en los labios lo deje estar, de momento.


Yo, mientras tanto, prefiero seguir las peripecias en España del entrañable matrimonio Banderas, que una vez más, nos deleitará con un montón de anécdotas que servirán para rellenar los espacios de humor durante una buena temporada lo que hará que, cuando se marchen, dejen un buen sabor de boca. El tiempo, dicen, pone a cada uno en su lugar.


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